Cuando estás cantando el feliz cumpleaños y se
aproxima la parte en que nombran al cumpleañero,
siempre te adelantas un segundo para
calcular las
sílabas del nombre y ver si va a encajar bien o si van
a tener que improvisar un diminutivo o usar el apodo o
estirar la última vocal o algo. Lo curioso es que
cuando ya te decidiste y empezás a pronunciarlo,
automáticamente buscas con la mirada a
otras personas
para ver si elegiste lo mismo que la mayoría.
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