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domingo, 31 de mayo de 2015

MISERIA... relato anonimo

Erase una vez en un pueblito  en Medio Oriente. Allí vivía un herrero llamado Miseria el cual era muy, pero muy pobre. Este arreglaba todos los carros del pueblo, también las puertas, ventanas, y todo lo que fuera de metal.
Un día pasa por el pueblo una carreta tirada por bueyes y en ella iban dos hombres andrajosos, de repente a la carreta se le rompe una rueda. Uno de los andrajos se baja de la misma a ver qué había pasado, cuando ve la rueda semi volcada  y rota se agarra la cabeza a modo de sorpresa. - Y ahora que hacemos… pensó.
Pasaba por allí un vaqueano, y al ver la carreta con su rueda rota le dijo que en la esquina  estaba la herrería de Miseria. El hombre le agradeció por la información y se fue hacia la herrería. El otro andrajoso no se movió de arriba de la carreta, el vaqueno lo miro, pero no alcanzo a ver su cara porque la cubrían sus arapos, por lo cual continuo por su camino.
El andrajoso llego a la herrería de Miseria y le dijo: - Buen día buen hombre, podrías ver mi carreta que se le ha roto la rueda. Así Miseria lo acompaño hasta la carreta, y al estar frente a ella, miro al andrajoso que estaba arriba de la misma,  y luego miro al hombre que lo había llevado hasta allí, los vio tan sucios y harapientos, que le causo pena.

Miseria, le dijo que llevaría la carreta a su taller y le pidió al hombre que lo ayudara a empujarla hasta la esquina. Así ambos hombres la empujaron y la metieron dentro del galpón. Miseria le puso unos soportes a la carreta para que se sostuviera e inmediatamente saco la rueda  para repararla. Se sorprendió que el andrajoso que estaba en la carreta no se bajo y tampoco se movió para nada y como hacía mucho calor le ofreció un poco de agua y lo invito a que se bajara y se sentara en su silla a la sombra de su nogal para estar más fresco. El hombre bebió el agua pero no se bajo de la carreta y le agradeció amablemente al herrero por su gentileza y por el agua. Miseria nunca vio su cara porque sus arapos la cubrían.

Así el herrero arreglo la rueda y la coloco nuevamente en la carreta.  El andrajoso que estaba a su lado le pregunto cuanto era el costo de su trabajo, a lo cual Miseria pensó: “como les voy a cobrar, si son más pobres que yo”, y le dijo que no le debía nada, y que siguieran por su camino.
El andrajoso le agradeció por su bondad y trabajo, y en ese momento el otro andrajoso desde arriba de la carreta le dio su Bendición. Así el andrajoso que estaba al pie de la carreta junto a Miseria le dijo señalando al otro andrajoso: - Pídele tres deseos y él te los concederá.
Por lo cual Miseria le dijo:
- Como primer deseo quiero que todo aquel que se suba a mi nogal para robarme las nueces, no pueda bajarse de él sin mi permiso. El andrajoso que estaba a su lado, acercándose a su oído le dijo: - ¡Pídele el Paraíso…! y, Miseria le dijo que se callara. Así, el andrajoso desde arriba de la carreta le dijo: - Concedido.
- Como segundo deseo quiero que todo aquel que se siente en mi silla de descanso, no pueda levantarse de ella sin mi permiso. Nuevamente, el andrajoso que estaba a su lado, acercándose a su oído le dijo: - ¡Pídele el Paraíso…!  Y, Miseria mirándolo con mala cara, le dijo: ¡Cállate tonto!... Así, el andrajoso desde arriba de la carreta le dijo: - Concedido.
- Como tercer deseo quiero que todo aquel que toque mi tabaquera para robarme mi tabaco, sea introducido como humo dentro de ella y no pueda salir sin mi permiso. Nuevamente, el andrajoso que estaba a su lado, acercándose a su oído le dijo: - ¡Pídele el Paraíso…!  Pídele el Paraíso…! Miseria mirándolo con mala cara, volvió a decirle: ¡Cállate tonto, tú que sabes! ¡Cállate de una vez!   Así, el andrajoso desde arriba de la carreta le dijo por última vez:
- Concedido.

El andrajoso, subió a la carreta, tomando la rienda de los bueyes y mirándolo a Miseria le dijo: -“Perdiste tu oportunidad de ir al Paraíso y un día lo lamentaras”. Así, ambos andrajosos continuaron su camino.
Miseria continúo con su vida de herrero, hasta que llego el momento de su muerte. Miseria había cometido muchos errores y un día fue ambicioso; entonces en su lecho de muerte solamente lo acompañaba el diablo esperando la salida del alma de su cuerpo. Miseria moribundo le dijo al diablo: - Ve allí a mi nogal y comete unas nueces mientras me esperas que lavo mi cuerpo antes de mi muerte-. El diablo avariento salió hacia el nogal, se subió a él y comió muchas nueces.

Una vez listo Miseria llamo al diablo para entregarle su alma, y el diablo le respondió: - No sé qué me pasa, no puedo bajar del nogal… Fue en ese momento que Miseria moribundo recordó el primer deseo concedido por el andrajoso muchos años atrás, entonces le dijo al diablo: -“Quiero volver a ser joven y tener muchas bolsas de oro”… si no me concedes este deseo, no podrás bajarte de mi nogal. El diablo refunfuñando le concede el deseo y así Miseria vuelve a tener juventud y riqueza de oro. El diablo enojado baja del nogal y corriendo se va al infierno sin llevar el alma de Miseria.
Así, pasan los años, Miseria disfruta su nueva vida gastando su oro. Nuevamente llega su vejez y la hora de su muerte. Ya en su lecho espera al diablo para que venga por su alma. Y, nuevamente viene el diablo a buscarla, Miseria le dice que se siente en su silla y lo espere a que lave su cuerpo antes de su muerte. El diablo perezoso se sienta en la cómoda silla y espera por el alma. Cuando aparece Miseria, ya  listo para su muerte, le dice al diablo:
- Bueno, acompáñame a mi lecho y te daré mi alma-. El diablo intenta levantarse de la silla y no puede, esta como pegado a ella, pelea y pelea y no se despega, y dice: -Que pasa que no puedo levantarme-. Y es en ese momento que Miseria moribundo recuerda el segundo deseo concedido por el andrajoso muchos, pero muchos  años atrás.  Entonces le dice al diablo: - “Quiero volver a ser joven y tener muchas, muchas  bolsas de oro”… si no me concedes este deseo, no podrás levantarte de mi silla. El diablo muy enojado le concede el deseo y sale de allí espantado, sin el alma.  Y así Miseria vuelve a tener juventud  pero con mucha más riqueza de oro.

Nuevamente pasan los años, Miseria disfruta doblemente y gasta su oro, y llega otra vez la vejez y la hora de morir. Esta vez vienen muchos diablos para asegurarse de que Miseria no los engañe otra vez. En su lecho de muerte Miseria le dice si quieren comer algo mientras el ira al baño a lavar su cuerpo antes de morir. Los diablos desconfiados le dicen: -Aquí te esperaremos, no nos moveremos, no iremos al nogal, no nos sentaremos, ¡No queremos nada! Solo queremos tu alma. Miseria se va al baño a lavar su cuerpo y los diablos se quedan parados estáticos.
Uno de ellos ve la tabaquera y no  puede con su genio y su maldad,  entonces mete su mano dentro de la misma para robar el tabaco, y es en ese instante que se forma una nube de humo rojo y gris y envuelve a todos los diablos desintegrándolos, y rápidamente el humo se mete dentro de la tabaquera llevándose con él a todos los diablos.
Miseria limpio sale del baño y se sorprende de no ver a los diablos, entonces en voz alta los llama y nadie responde. Nuevamente los llama y nada… hasta que siente golpes dentro de su tabaquera. La levanta y escucha gritar a los diablos que están allí dentro encerrados y a gritos le piden a Miseria que los saque de allí. Miseria recuerda el tercer deseo concedido por el andrajoso muchos, muchísimos años atrás.  Entonces le dice a los diablo encerrados: - “Quiero volver a ser joven y tener muchas, muchas, pero muchas más bolsas de oro”… si no me conceden este deseo, no los dejare salir de mi tabaquera. Los diablos enojados le dicen que se muera y que no les importa nada de su alma. Entonces Miseria los deja allí dentro de la tabaquera y se recuesta en su cama esperando morir.
Pasan los días y Miseria no muere, y a la vez el pueblo se torna tranquilo, aburrido y rebosante de bondad. Como los diablos estaban encerrados en la tabaquera de Miseria no había maldad para nada. Era tan grande el aburrimiento, que no había robos, crímenes, enfermos, nada de nada, es decir, “no había maldad”, porque no había diablos. La gente se aburría cada día más y mas, Miseria sufría pero no se moría, esto era efecto de los diablos que con su fuerza diabólica y poderosa castigaban a Miseria.

El pueblo aburrido y cansado de no hacer nada, decide ir a pedirle a Miseria que se apiade de ellos y libere a los diablos para salir de ese letargo de bondad y aburrimiento. Miseria les dice que solamente lo hará si los diablos le conceden el deseo que les pidió. Entonces los pobladores hablándole a la tabaquera que encerraba a los diablos le dicen que le concedan a Miseria su deseo, solamente así ellos saldrían de la tabaquera y terminaría el aburrimiento pueblerino. Así los diablos convencidos por el pueblo, acuerdan otorgarle el tercer deseo a Miseria. Éste los deja salir de su tabaquera y al verlo salen corriendo despavoridos.
Nuevamente Miseria es joven y rico, y sale al mundo a disfrutar. Es así como la maldad retorna al pueblo, también la mentira, la enfermedad, los robos, todo porque los diablos otra vez estaban libres haciendo de sus diabluras.
Pasan nuevamente los años, Miseria vuelve a ser viejo y sabe que viene su muerte inmediata, espera a los diablos para que vengan por su alma. Pero, estos no vienen, entonces Miseria moribundo y sin fuerzas para lavar su cuerpo, muere. Su alma sale del mismo y va derecho a las puertas del infierno, al llegar allí golpea la misma y un diablo lo atiende a lo cual Miseria le dice: - ¡Déjame entrar, soy el alma de Miseria y quiero descansar!
El diablo lo reconoce y le dice: ¡Vete, acá no te queremos!
El alma de Miseria se va y llega a las puertas del Paraíso. Allí golpea, esta se abre y lo atiende San Pedro, él cual enseguida lo reconoce y le dice: ¡Vete, acá no te queremos! Miseria le implora para que reciba su alma, a lo cual San Pedro le dice: “Recuerdas a aquel andrajoso que un día en tu herrería te concedió los tres deseos,  era Dios, y yo era el que te decía que le pidieras el Paraíso, a lo que tú me dijiste que era tonto y que me callara. Bueno, ya es tarde, agotaste tus deseos y acá no te queremos tu alma”.

Así la leyenda cuenta porque en la vida hay tanta, pero tanta miseria… es porque el alma de Miseria quedo en el aire.

"la miseria es ignorancia... la ignorancia es esclavitud"

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