Erase una vez en un pueblito en Medio Oriente. Allí vivía un herrero
llamado Miseria el cual era muy, pero muy pobre. Este arreglaba todos los
carros del pueblo, también las puertas, ventanas, y todo lo que fuera de metal.
Un día pasa por el pueblo una
carreta tirada por bueyes y en ella iban dos hombres andrajosos, de repente a
la carreta se le rompe una rueda. Uno de los andrajos se baja de la misma a ver
qué había pasado, cuando ve la rueda semi volcada y rota se agarra la cabeza a modo de sorpresa.
- Y ahora que hacemos… pensó.
Pasaba por allí un vaqueano, y al
ver la carreta con su rueda rota le dijo que en la esquina estaba la herrería de Miseria. El hombre le
agradeció por la información y se fue hacia la herrería. El otro andrajoso no se
movió de arriba de la carreta, el vaqueno lo miro, pero no alcanzo a ver su
cara porque la cubrían sus arapos, por lo cual continuo por su camino.
El andrajoso llego a la herrería de
Miseria y le dijo: - Buen día buen hombre, podrías ver mi carreta que se le ha
roto la rueda. Así Miseria lo acompaño hasta la carreta, y al estar frente a
ella, miro al andrajoso que estaba arriba de la misma, y luego miro al hombre que lo había llevado
hasta allí, los vio tan sucios y harapientos, que le causo pena.
Así el herrero arreglo la rueda y
la coloco nuevamente en la carreta. El
andrajoso que estaba a su lado le pregunto cuanto era el costo de su trabajo, a
lo cual Miseria pensó: “como les voy a cobrar, si son más pobres que yo”, y le
dijo que no le debía nada, y que siguieran por su camino.
El andrajoso le agradeció por su
bondad y trabajo, y en ese momento el otro andrajoso desde arriba de la carreta
le dio su Bendición. Así el andrajoso que estaba al pie de la carreta junto a
Miseria le dijo señalando al otro andrajoso: - Pídele tres deseos y él te los
concederá.
Por lo cual Miseria le dijo:
- Como primer deseo quiero que
todo aquel que se suba a mi nogal para robarme las nueces, no pueda bajarse de
él sin mi permiso. El andrajoso que estaba a su lado, acercándose a su oído le
dijo: - ¡Pídele el Paraíso…! y, Miseria le dijo que se callara. Así, el
andrajoso desde arriba de la carreta le dijo: - Concedido.
- Como segundo deseo quiero que
todo aquel que se siente en mi silla de descanso, no pueda levantarse de ella
sin mi permiso. Nuevamente, el andrajoso que estaba a su lado, acercándose a su
oído le dijo: - ¡Pídele el Paraíso…! Y,
Miseria mirándolo con mala cara, le dijo: ¡Cállate tonto!... Así, el andrajoso
desde arriba de la carreta le dijo: - Concedido.
- Como tercer deseo quiero que
todo aquel que toque mi tabaquera para robarme mi tabaco, sea introducido como
humo dentro de ella y no pueda salir sin mi permiso. Nuevamente, el andrajoso
que estaba a su lado, acercándose a su oído le dijo: - ¡Pídele el Paraíso…! Pídele el Paraíso…! Miseria mirándolo con mala
cara, volvió a decirle: ¡Cállate tonto, tú que sabes! ¡Cállate de una vez! Así, el
andrajoso desde arriba de la carreta le dijo por última vez:
- Concedido.
El andrajoso, subió a la carreta,
tomando la rienda de los bueyes y mirándolo a Miseria le dijo: -“Perdiste tu
oportunidad de ir al Paraíso y un día lo lamentaras”. Así, ambos andrajosos
continuaron su camino.
Miseria continúo con su vida de
herrero, hasta que llego el momento de su muerte. Miseria había cometido muchos
errores y un día fue ambicioso; entonces en su lecho de muerte solamente lo
acompañaba el diablo esperando la salida del alma de su cuerpo. Miseria
moribundo le dijo al diablo: - Ve allí a mi nogal y comete unas nueces mientras
me esperas que lavo mi cuerpo antes de mi muerte-. El diablo avariento salió
hacia el nogal, se subió a él y comió muchas nueces.
Una vez listo Miseria llamo al diablo para
entregarle su alma, y el diablo le respondió: - No sé qué me pasa, no puedo
bajar del nogal… Fue en ese momento que Miseria moribundo recordó el primer
deseo concedido por el andrajoso muchos años atrás, entonces le dijo al diablo:
-“Quiero volver a ser joven y tener muchas bolsas de oro”… si no me concedes
este deseo, no podrás bajarte de mi nogal. El diablo refunfuñando le concede el
deseo y así Miseria vuelve a tener juventud y riqueza de oro. El diablo enojado
baja del nogal y corriendo se va al infierno sin llevar el alma de Miseria.
Así, pasan los años, Miseria
disfruta su nueva vida gastando su oro. Nuevamente llega su vejez y la hora de
su muerte. Ya en su lecho espera al diablo para que venga por su alma. Y,
nuevamente viene el diablo a buscarla, Miseria le dice que se siente en su
silla y lo espere a que lave su cuerpo antes de su muerte. El diablo perezoso
se sienta en la cómoda silla y espera por el alma. Cuando aparece Miseria,
ya listo para su muerte, le dice al
diablo:
- Bueno, acompáñame a mi lecho y
te daré mi alma-. El diablo intenta levantarse de la silla y no puede, esta
como pegado a ella, pelea y pelea y no se despega, y dice: -Que pasa que no
puedo levantarme-. Y es en ese momento que Miseria moribundo recuerda el
segundo deseo concedido por el andrajoso muchos, pero muchos años atrás.
Entonces le dice al diablo: - “Quiero volver a ser joven y tener muchas,
muchas bolsas de oro”… si no me concedes
este deseo, no podrás levantarte de mi silla. El diablo muy enojado le concede
el deseo y sale de allí espantado, sin el alma.
Y así Miseria vuelve a tener juventud
pero con mucha más riqueza de oro.
Nuevamente pasan los años,
Miseria disfruta doblemente y gasta su oro, y llega otra vez la vejez y la hora
de morir. Esta vez vienen muchos diablos para asegurarse de que Miseria no los
engañe otra vez. En su lecho de muerte Miseria le dice si quieren comer algo
mientras el ira al baño a lavar su cuerpo antes de morir. Los diablos
desconfiados le dicen: -Aquí te esperaremos, no nos moveremos, no iremos al
nogal, no nos sentaremos, ¡No queremos nada! Solo queremos tu alma. Miseria se
va al baño a lavar su cuerpo y los diablos se quedan parados estáticos.
Uno de ellos ve la tabaquera y
no puede con su genio y su maldad, entonces mete su mano dentro de la misma para
robar el tabaco, y es en ese instante que se forma una nube de humo rojo y gris
y envuelve a todos los diablos desintegrándolos, y rápidamente el humo se mete
dentro de la tabaquera llevándose con él a todos los diablos.
Miseria limpio sale del baño y se
sorprende de no ver a los diablos, entonces en voz alta los llama y nadie
responde. Nuevamente los llama y nada… hasta que siente golpes dentro de su
tabaquera. La levanta y escucha gritar a los diablos que están allí dentro
encerrados y a gritos le piden a Miseria que los saque de allí. Miseria
recuerda el tercer deseo concedido por el andrajoso muchos, muchísimos años
atrás. Entonces le dice a los diablo
encerrados: - “Quiero volver a ser joven y tener muchas, muchas, pero muchas
más bolsas de oro”… si no me conceden este deseo, no los dejare salir de mi
tabaquera. Los diablos enojados le dicen que se muera y que no les importa nada
de su alma. Entonces Miseria los deja allí dentro de la tabaquera y se recuesta
en su cama esperando morir.
Pasan los días y Miseria no
muere, y a la vez el pueblo se torna tranquilo, aburrido y rebosante de bondad.
Como los diablos estaban encerrados en la tabaquera de Miseria no había maldad
para nada. Era tan grande el aburrimiento, que no había robos, crímenes,
enfermos, nada de nada, es decir, “no había maldad”, porque no había diablos.
La gente se aburría cada día más y mas, Miseria sufría pero no se moría, esto
era efecto de los diablos que con su fuerza diabólica y poderosa castigaban a
Miseria.
El pueblo aburrido y cansado de
no hacer nada, decide ir a pedirle a Miseria que se apiade de ellos y libere a
los diablos para salir de ese letargo de bondad y aburrimiento. Miseria les
dice que solamente lo hará si los diablos le conceden el deseo que les pidió.
Entonces los pobladores hablándole a la tabaquera que encerraba a los diablos le
dicen que le concedan a Miseria su deseo, solamente así ellos saldrían de la
tabaquera y terminaría el aburrimiento pueblerino. Así los diablos convencidos
por el pueblo, acuerdan otorgarle el tercer deseo a Miseria. Éste los deja
salir de su tabaquera y al verlo salen corriendo despavoridos.
Nuevamente Miseria es joven y
rico, y sale al mundo a disfrutar. Es así como la maldad retorna al pueblo,
también la mentira, la enfermedad, los robos, todo porque los diablos otra vez
estaban libres haciendo de sus diabluras.
Pasan nuevamente los años,
Miseria vuelve a ser viejo y sabe que viene su muerte inmediata, espera a los
diablos para que vengan por su alma. Pero, estos no vienen, entonces Miseria
moribundo y sin fuerzas para lavar su cuerpo, muere. Su alma sale del mismo y
va derecho a las puertas del infierno, al llegar allí golpea la misma y un
diablo lo atiende a lo cual Miseria le dice: - ¡Déjame entrar, soy el alma de
Miseria y quiero descansar!
El diablo lo reconoce y le dice:
¡Vete, acá no te queremos!
El alma de Miseria se va y llega
a las puertas del Paraíso. Allí golpea, esta se abre y lo atiende San Pedro, él
cual enseguida lo reconoce y le dice: ¡Vete, acá no te queremos! Miseria le
implora para que reciba su alma, a lo cual San Pedro le dice: “Recuerdas a
aquel andrajoso que un día en tu herrería te concedió los tres deseos, era Dios, y yo era el que te decía que le
pidieras el Paraíso, a lo que tú me dijiste que era tonto y que me callara.
Bueno, ya es tarde, agotaste tus deseos y acá no te queremos tu alma”.
Así la leyenda cuenta porque en
la vida hay tanta, pero tanta miseria… es porque el alma de Miseria quedo en el
aire.
"la miseria es ignorancia... la ignorancia es esclavitud"
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