JUSTINA, es una niña muy regalona de su abuela ROSA. Su casa está
pegada a la de su abuela.
Justina les pedía a sus papas de ir a lo de su abuela, porque
allí la esperaba un enorme macetero con unas hermosa Ericas y jugaba en él
haciendo tortitas de barro con unos moldecitos que la abuela le daba mientras
sentada al borde del macetero, su abuela la miraba muy feliz.
La niña veía que allí en un sector del macetero la abuela
depositaba la yerba de su mate y también molía las cascaritas de los huevos que
usaba en sus comidas diarias.
La niña le pregunto porque ponía allí lo que para ella era
basura, y la abuela le dijo que era materia orgánica, la cual nutria a la
tierra, y a su vez alimentaba a unas
enormes y gordas lombrices que tenían sus cuevitas debajo de sus Ericas.
Allí Justina vio que la abuela tenía un pica tierra con el
cual le enseño a mover esa hermosa tierra negra tan nutrida, y para su sorpresa, vio como empezaron a asomarse las gordas y
brillosas lombrices.
La niña sorprendida y un tanto asustada empezó a llorar, pero su abuela tomo una con sus manos
y le mostro lo inofensivos que eran esos habitantes pequeños de la tierra, y a
la vez le explico que jamás le harían daño, al contrario, allí vivían y, día a día limpiaban la tierra de otros
bichitos más pequeños los cuales eran sus alimentos.
Justina vio que las lombrices eran inofensivas y así empezó a
remover la tierra y, sin miedo, las sacaba con el pica tierra y muy feliz las
ponía en el borde del macetero, allí las
veía contornearse ligeramente y formando hermosas eses en sus movimientos
danzarines.
Maravillada las miraba como se
iban nuevamente hacia la tierra del macetero buscando la humedad de su lecho…
De esta manera, Justina aprendió que la tierra era la casita
de las lombrices, y las miraba de tal forma y le preguntaba a su abuela porque
se marchaban nuevamente a la húmeda tierra, y su abuela cariñosamente le
explico que era su casa y lo más puro y hermoso de sus vidas.
Allí eran felices, tenían sus alimentos, esos bichitos chiquititos
que también habitaban esa tierra. La abuela le explico que las lombrices se
alimentaban de ellos y todo era como un enorme circulo de vida.
De esa manera cada verano florecían las hermosas Ericas, las
cuales para las lombrices era un enorme árbol frondoso que sombreaba toda la
tierra de sus casas cuevitas. Por ello las lombrices regresaban solas a su tierra
y allí vivían muy felices.
La abuela de esta manera le enseño a Justina a respetar a
todos los animales, insectos o bichos que viven sobre o debajo de la tierra.
Justina sabe ahora lo que es amar a la naturaleza, respetarla
tanto como a nosotros mismos y a no maltratarla.
hermoso y dulce
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