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Siendo ya jóvenes
adolescentes y formando una barra de amigos barriales los sábados salíamos a
bailar. Uno de esos sábados en pleno invierno, salimos del baile y como siempre
nos íbamos caminando desde el club Deportivo La Plata ubicado en 70 entre 1 y 2
hasta la calle 7 y 50. Allí estaba la confitería “APO”, llegábamos alrededor de
las cuatro de la madrugada y solíamos sentarnos en las mismas mesas y pedíamos un
rico café y medialunas… sabrosas para esa hora de la madrugada. Nos quedábamos allí
hasta más o menos la cinco de la mañana y luego emprendíamos el regreso a nuestras
casas.
Todos vivíamos en Los Hornos, y viajábamos en el
micro 14, “Unión Platense” como se lo conocía.
En la parada de 7 y 50, subían
muchos chicos y chicas y también algunas madres que acompañaban a sus hijas al
baile (en esa época era así); la cuestión es que las chicas le dábamos la plata
a los chicos para que sacaran el boleto. Resulta que en el grupo siempre había dos
o tres picaros cómicos, que no sacaban boleto. Esa noche el chofer del micro se
enojo, cerró las puertas y no paro el micro hasta la comisaria mas cercana.
“Que susto que teníamos todos,
y además no teníamos boletos”.
http://www.busarg.com.ar/simpla.htm |
Cuando llegamos a la comisaria, el chofer agarro
su billetera y se bajo del colectivo y fue directamente dentro de la dependencia
a buscar un policía (o varios), pero no se llevo la boletera. Uno de los chicos
se avivo y fue hasta la boletera y saco una enorme tira de boletos y repartió a
todos aquellos que no teníamos.
Vimos que venían numerosos policías
con el chofer hacia el micro y cuando subieron nos vieron que todos teníamos la
mano extendida sosteniendo el boleto…
Qué momento… el chofer
indignado pataleo, pero no pudo hacer nada y encima tuvo que llevarnos a cada
uno de nosotros a la parada de nuestro destino…
Además debió pagar todos los boletos… en fin
cosas de la adolescencia.