No
se sabe exactamente el origen de este imprescindible accesorio. Se cree que fue
invención de los Sumerios.
Cuando se creó el inodoro, éste tenía la forma similar al de nuestros días. Era un bacinete con un sifón que trabajaba con agua… allí se depositaba la orina y los excrementos. Luego manualmente se vertía agua para que arrastrara a través del sifón toda la basura humana hacia un sistema de zanja que corrieran por las orillas de las paredes de los palacios hacia el exterior del mismo. Pasado un tiempo se hicieron alcantarillados.
Así, gracias al sifón del inodoro, los olores y excrementos no regresaban hacia el bacinete o taza y no perfumaban desagradablemente la habitación.
En
Escocia en la Islas Oreadas se empezaron a desviar los desechos hacia el rio.
Entre los romanos era muy común ver baños compartidos, así en las ruinas de
Herculano se pueden ver muchas sentaderas con agujeros, allí se reunían varios
(deposición de por medio) y compartían charlas cotidianas. ¿Pero a donde iban
los desechos?
Hay versiones de que las primeras cloacas se
construyeron en la India en el Valle de Indo. Allí se observaron los primeros
sistemas de drenaje y alcantarillados, ya que su cultura le daba prioridad a la
higiene.
Antiguamente
los excrementos se guardaban para abono de la tierra, o sea se usaba en
quintales de verduras y frutales.
Los
señores feudales dueños de muchas tierras tenían empleados que pasaban a buscar
a los domicilios la recolección de excrementos. En otras culturas las
deposiciones se hacían directamente en los sembradíos para no desperdiciar nada
este sustentoso abono para enriquecer la tierra.
En las cortes, los reyes ingleses y franceses,
como así también de otros reinos, los soberanos, tenían sillas con agujeros y
debajo de la sentadera un bacinete colector, mientras los reyes estaban
sentados haciendo sus necesidades, hablaban con sus súbditos de problemas de
estado, por detrás de la silla estaban sus sirvientes, uno de ellos miraba
permanentemente hasta que su majestad deposicionaba sus excrementos, luego
retiraba el bacinete y otro limpiaba el recto de su majestad. A continuación,
el sirviente que se llevaba el bacinete con los excrementos los arrojaba por la
ventana fuera del palacio, imagínense el olor y contaminación que abría en ese
lado del palacio.
Cuando se creó el inodoro, éste tenía la forma similar al de nuestros días. Era un bacinete con un sifón que trabajaba con agua… allí se depositaba la orina y los excrementos. Luego manualmente se vertía agua para que arrastrara a través del sifón toda la basura humana hacia un sistema de zanja que corrieran por las orillas de las paredes de los palacios hacia el exterior del mismo. Pasado un tiempo se hicieron alcantarillados.
Así, gracias al sifón del inodoro, los olores y excrementos no regresaban hacia el bacinete o taza y no perfumaban desagradablemente la habitación.
En
el año 1597 el poeta John Harington inventa un inodoro (que significa sin olor)
y lo llama wáter closet, de allí la sigla inglesa universal que distingue al
baño y su inodoro: WC.