EL
HOYO PELOTA
Los sesentones se acordaran de este juego
fabuloso y original, nada más y nada menos que el hoyo pelota. Las barritas barriales por las tardes nos
juntábamos en la vereda de una casa y allí hacíamos hoyos en la tierra del
tamaño de la pelota en cuestión. La más clásica era la pelota de goma color te con
leche y con rayitas bordo. Esta pelota cuando picaba en el piso hacia un ruido
especial, y ni te cuento cuando te pegaba en algún lugar del cuerpo.
Te cuento como se jugaba al hoyo pelota:
- Como te dije se hacían hoyos en la
tierra según la cantidad de jugadores. Necesitábamos una pelota sea de trapo o
la de goma.
Para saber quién era el lanzador de la
pelota contábamos en rueda y el primero que salía era el que lanzaba la pelota
al hoyo. Tenía tres tiros al hoyo menos al suyo, sino embocaba ninguno, ya
tenía una prenda.
El resto de los jugadores se alineaban más
o menos a 5 metros de los hoyos esperando el tiro y mirando atentamente a su
hoyo. Cuando la pelota caía dentro de un hoyo, el dueño tomaba la pelota
mientras el resto se lanzaba corriendo hasta la esquina donde estaba el palo de la luz callejera (más o menos
a 50 metros de los hoyos) para tocarlo e inmunizarse y debía regresar
rápidamente corriendo a tocar su hoyo
para salvarse del gran “pelotazo” que le tiraría este jugador dueño de la
pelota.
En
el palo de la luz de la esquina sucedían dos situaciones:
Primero: El que tocaba el palo estaba inmunizado del tirador porque
venía en sentido contrario a él y tenía prohibido darle el pelotazo. El tirador
debía llegar al palo de la luz, y si
allí no encontraba a nadie, le daba la vuelta al palo y ahí ya estaba
habilitado para lanzarle la pelota a los que corrían de regreso hacia su hoyo.
Segundo: Muchos de los participantes que no eran tan rápidos quedaban
a salvo en el palo de la luz, porque el
tirador de la pelota los había alcanzado y allí los esperaba a una distancia de
más menos 1,5 metros muy atento para lanzarle el pelotazo al primero que se
soltara para salir corriendo de regreso a su hoyo.
La cuestión que en ese palo salvador no
podían quedarse por mucho tiempo, generalmente se contaba hasta diez, si no se
soltaba, el castigador le zampaba un pelotazo a uno de los participantes. Si alguno
era tocado debía tomar la pelota y correr rápidamente para darle el pelotazo a
alguno que aun no había llegado a tocar su hoyo. La cuestión que en esta
corrida, varios eran alcanzados por los pelotazos y el que se quedaba con la
pelota sin haber golpeado a otro, era el perdedor del juego. Esta corrida
de regreso al hoyo, podía durar mucho o poco, porque se corría en todas
direcciones gambeteando al tirador para
que no lo peloteara y esa era la mejor diversión.
Al perdedor del juego o sea, aquel que se quedo con la
pelota, se le aplicaba una prenda la
cual se anotaba con una rayita al lado de su hoyo. A las tres prendas iba al “paredón de fusilamiento”, que
generalmente era el tapial de una casa. Allí recibía un pelotazo por cada uno
de los participantes, pero, tenía la
posibilidad de salvarse de los pelotazos esquivando los golpes…. Había, chicas
fuertes que se la bancaban, pero algunas lloraban de dolor, también los chicos.
Final del juego…
Qué bueno que era y que
diversión…